jueves, 21 de abril de 2011

Tres. minutos.

 Montecarmelo. 15.07.

 Estoy sentado en un vagón de metro azul y gris, línea 10, rumbo a mi hogar. En España no tenemos hogar, tenemos casa. Rumbo a mi casa. Estoy leyendo El estatus. En ese momento llega una mujer de más edad que yo, joven. Es guapa dentro de un cierto orden, está nerviosa. Se sienta sin mirarme, ni a mí ni a nadie. Sé que está nerviosa pero no sé por qué lo está. Por sus rasgos deduzco que es latina, por su mirada no deduzco nada. 

 Vibra el teléfono. Es una Blackberry. No es la mía, aunque lo compruebo. Empieza a llorar la mujer. Saca el móvil de un pequeño lateral del bolso. Lo coge sin mirar quién es. No recuerdo si antes de hablar se aclara la voz. Supongo que sí, porque su voz, estentórea, no suena entrecortada. Es dura, la voz es dura. Tampoco sé cómo una voz puede ser dura o qué tiene una voz para que sea dura. Pero en ese momento aquella voz lo era. No le doy importancia a ella ni a lo que dice pero dejo de leer el libro y disimulo torpemente mientras escucho lo que dice. Llama la atención que ya no llora, mientras habla no llora. Dice que está en Montecarmelo, que ya llega. Se irrita con el paso de los segundos, disminuye la intensidad de su voz. La conversación, que para mí es apenas un monólogo pausado, dura menos de un minuto. Retoma el llanto y, poco después, las lágrimas. Las acompaña, todavía con el teléfono a modo de auricular, con un silencioso: "espera, espera, espérame". Tiene la certeza de que el receptor de aquellos silencios ya no escucha, ya no se encuentra al otro lado. Como si el otro lado estuviese separado por una pared, por un párpado o por una ligera cortina de agua salada. 

 Violenta. Coge el teléfono y lo esconde en aquel lugar de donde quizá no lo tuviera que haber sacado. Se acelera el llanto y el espérame deja paso al por qué, como una pregunta que no espera una respuesta sino un signo de interrogación. Caigo en la cuenta de que todavía no hemos llegado a la siguiente estación, de que soy el único del vagón que presta atención a la mujer que se sienta a mi derecha y de que el teléfono vuelve a vibrar. 
tumblr_lbdaqn62uG1qzr53co1_1280 (Interrumpo la narr-acción para compartir ahora contigo, jodido lector, el dolor que en el aquel momento compartí con ella. El.pequeño.dolor que quizá, sin que ella lo percibiese, le alivié al quitárselo, al quedármelo para mí. Desconocía quién estaba al otro lado, ni siquiera fabulé con quién sería. Algo que haría durante el trayecto que estuve sin esa pequeña parte de ese pequeño.dolor, durante ese trayecto en el que ella no estaba allí para no decirme que tenía un pequeño.dolor agrupado en el costado, o en el aliento, o en los ojos. De hecho, no. No alivié el pequeño.dolor de la mujer, ni siquiera tuve la posibilidad de hacerlo entregándole el pañuelo que nunca llevo en la solapa o preguntándole con una mirada sincera si necesitaba algo. Mejor, porque no me hubiera atrevido. Entonces esta interrupción consiste en decirte a ti, ahora, lo que no le pude decir a ella, allí. Y te digo que no te digo nada que tú no puedas ver. Que ves que tuve ese pequeño.dolor. También.)

 Se levantó con el zumbido del móvil vibrando contra el lateral. Movía una pierna al ritmo de un compás desafinado. Seguía.llorando. Miró el reloj tres veces en muy poco tiempo hasta que decidió quedarse mirando el reloj. Por la megafonía sonó aquella voz anunciando que llegábamos a Las Tablas. Ella no levantó la vista. Cuando llegamos se abrieron las puertas aunque ella ya llevaba con la mano en el botón que las accionaba desde antes de que entrase la luz, artificial, de la estación. Echó a correr. Tranquilamente. 

 Puedes preguntarte ahora si era su amante quien la estaba esperando fuera de la estación, o quizá no. Podía haber sido un amigo de una amiga de su prima, que le había prometido papeles. Es probable que no fueran ninguno de estos dos. No hizo falta saberlo para dejar el vagón más vacío. Para dejarme a mí con ese pequeño.dolor y ese gran.interrogante. 

 Las Tablas. 15.10.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por tu visita, por tu comentario, por tu tiempo... llevo unas semanas sin nada de tiempo, estoy ahora aprovechando para saludaros a todos y ponerme al día con vuestros blogs.¿cómo no hay ningún comentario en este pedazo de texto? me ha encantado!!Me pasaré por aquí a menudo. MUA!

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  2. Cierto, tres minutos que se expanden. Gracias por tu comentario (soy algo nueva en esto de los blogs), ¿por el tacto del contenido o del continente? Saludos

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  3. Tienes un buen blog, lacónico pero intenso. Eso sí, no pienso "seguirte". No soy ninguna puta groupie. Y si lo fuera, tú no eres Ian Curtis (por ejemplo)

    :)

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