sábado, 2 de abril de 2011

Quod me nutrit me destruit

es un dios en la sombra
rezándole a la sombra

Leopoldo María Panero




 Fiebre del viernes noche and all that shit. Y me convierto. Me convierto en:

 Escribí un poema a los cinco años para que mi madre llorara un poco. Dije algo así como

 Los soldados se lanzan al abismo
uno
a
uno
para verme morir

 Claro, mi madre lloró, porque es un poco débil y le gusta más llorar que divertirse. Mi padre, en cambio, no lloró. Ya no estaba conmigo, cortamos relaciones al poco de mi nacimiento. Me caía bien, sigo pensando que como le vea le mato. Era un buen tipo, por eso me dejó tirado con una madre, idiota. Conclusión: que me hice poeta. Poeta terminal, de los que beben ginebra en petaca por el Centro y dicen que es absenta, de los que se meten con la literatura porque duele (Jódete, Jodorowsky), de los que escriben dándolealintro.de.vez.en.cuando. Poeta terminal. Y mi madre no lo entendió porque estaba llorando. Y mi padre no lo entendió porque no estaba. 

 Y así pasaron los años, se metían en el colegio conmigo porque empecé con Niezstche a los 9 y seguí con Rimbaud, con Mallarmé y con todos esos locos. Me creí el anticristo, empecé a vestir de negro, descuidadamente negro. Me cansé pronto, empezó la masturbación. De esto todavía no me he cansado. Y entonces lo leí todo. me gustas cuando callas / porque pareces gilipollas. Mi adolescencia la recuerdo con cariño. Lo poco que recordamos y le llamamos pasado. Perpetré un par de violaciones, motu propio in comandilla (sic). El sexo no me convenció. En España se vive obsesionado con el sexo. De ahí tanta alabanza al Quijote y al Lazarillo y a Lope de Vega. Escuché música pero el cd es un método anticonceptivo y los conciertos son ruidosos. Ruido, cerca del infierno. 

 Los siguientes años los recuerdo por Yon, Maik, el Sartre, Leo, Abdul, Hess y todos esos yonkis que me pasaban coca y me dejaban libros. No creo en la psiquiatría, no creo en la antipsiquiatría. Mi relato comenzó a deshebrarse, desquebrajarse, poco a mucho. Me puse de lado de la locura para no acabar como ellos. Me tiré un año lijando una bala con forma de fresa pero me pudo el peso de la originalidad. Y la tiré. Conocí el infierno por los nombres de las drogas que me daban. Los mismos nombres de antes, esta vez con bata. Canarias era un psiquiátrico, Madrid era un psiquiátrico, España era una cárcel. Internamiento. Voluntario, piensas.

 Fiebre del viernes noche. Y llegas. Te ponemos del lado de la noche. Mejores galas. Entras en aquel agujero llamado Nevermore. Y bebes, y sigues bebiendo. Morir en un water de Tánger / con mi cuerpo besando el suelo / fin del poema y verdad de mi existencia.

 Y, de repente, dudas (cogito ergo shut the fuck up). No recuerdas si tu madre era idiota, tu padre un hijoputa, tú un violador... No lo recuerdas. Ojalá no fueses un poeta terminal.

1 comentario:

  1. Me gustan muchísimo tus comentarios, la mayoría de la gente no te dice lo que piensa, si no lo que quieres oír.
    Gracias.

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