lunes, 28 de marzo de 2011

Vuelva usted mañana

Alguien debe firmar este silencio.
Pon tu nombre, como si no supieras
que él también se irá.
Javier Vicedo Alós



 Entonces yo iba a empezar a hablar de mi blog. (Esta frase no siempre tiene que acabar en libro). Iba a ensalzar a los valientes que me siguen y a los cobardes que me seguirán ahora que ya es muy fácil (too easy, t. e.). Es fácil tener seguidores, puedes tener amigos y pasarle tu obra maestra obligándoles a que la comenten y también puedes tener enemigos. Yo no los tengo, claro, soy un cabrón. Así que como no los tengo, los creé (debo ser un poco genio). Un comentario sarcástico por aquí (que no entiendes), un comentario cínico y dolorido por ahí (que no entiendes), un comentario inteligente por allí (que no entiendes) y así empieza mi historia de cómo hacer quinientos millones de seguidores sin tener algunos enemigos. Pero la frase la he tenido que buscar en google porque no tengo amigos para pasarles mi blog pero tengo amigos para no ver la red social. Porque a mí me importa una mierda David Fincher y ellos ni lo conocen. 

 Entonces yo iba a hablar de esto y de cómo una cosa te lleva a la otra y de lo fácil que es meterte con alguien al que admiras porque no le vas a decir que le admiras. Joder. No es tan difícil de entender. Entonces. Pero me aparecieron esos versos y pensé (y yo qué sé si lo pensé) que quedarían niquelados (guiñoguiño a la práctica sobre compuestos de coordinación del níquel de esta tarde) en mi blog. Y ya van tres veces que digo blog, con esta cuatro. Pero tenía los versos, no el poema. Y como citar es sacar de contexto no me importó. Que escribáis, que pongáis un nombre a este anonimato. Lo que sí hice fue guglear al poeta y claro, es joven, o sea, un poco, malo, por, supuesto. Tiene muchos años ya para ser universitario por eso estudia Filosofía. En Madrid, capital de la gloria. 

 A mis groupies, al tipo este que no sé quién es (Javier Vicedo) y a todos esos blogueros que me admiráis. Aunque no todavía. Escribir en Madrid es llorar, es buscar su voz sin encontrarla, como una pesadilla abrumadora y violenta.

 Esto podía haberlo escrito yo solo que mi estilo nunca ha sido suicidarme. Besos, Larra. Vuelva usted mañana.

1 comentario:

  1. Joder, por un momento me hiciste creer que chicas tan hermosas como la de la foto me leían. Maldito seas.

    Un saludo, gracias por la mención a mi errancia académica!

    Javier Vicedo.

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