lunes, 2 de mayo de 2011

Sin muerte en qué vivirme

 Esta manía de saberme ángel,

sin edad,

sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.
    Alejandra Pizarnik


Escribir es fácil cuando vivir no lo es tanto. El dolor hace al artista, lo esculpe a base de golpes y llega un momento que no sabes si está tallando, el dolor I mean, tu puta vida o estás haciendo literatura. La literatura es algo menos serio, decides entonces. 

 Entonces, ahora, escribir es fácil. Porque es(toy) jodido. La incompresión es parte del problema y, en mayor medida, de la solución. No tiene sentido morir joven. Yo soy inmortal y tú eres inmortal desde que te conozco. De hecho, prácticamente mi entorno es inmortal en el sentido en que ellos están desde que yo estoy. Y no me siento vulnerable. Me siento débil pero no me siento vulnerable. No concibo mi corazón si no late. Y por eso duele más.

 ¿Dónde está el límite del dolor? ¿El umbral de lo humanamente posible? Humanamente digo... pero no entiendo. El dolor es humano. El dolor es irracional. El humano es racional. Fuck lógica, si a es igual a b y b es igual a c, a y c pueden ser lo que quieran, probablemente nada, en todo caso seguro que no serán iguales. Encuentra de nuevo ese rincón que desconozco de mí y encierra todo esto allí, encierra la ignorancia en la ignorancia. Que la vida sigue y yo no debo encontrar todo lo que prometí olvidar cuando todavía no sabía qué era el olvido. Porque no puedo vivir como si me fuera a morir. No estoy capacitado para ello. 

 Seré breve: esto no se hace. No es necesario el equilibrio. No era necesario contrarrestar todos aquellos momentos de efímera alegría, de gozo pleno, de felicidad desde la segunda línea siquiera de vacuidad, de enfermedad en casa con un vaso de leche fría y un beso caliente, de peleas en el patio con el dolor tan intenso que has derramado en este sitio donde tú ya no estás. Y todavía no he dicho la palabra muerte. Porque no me gusta. Porque no te has muerto. 

 No tengo un homenaje para ti hoy. No lo tendré. Esto es bastante ya. Fue bastante ya.

1 comentario:

  1. Yo siempre he dicho que el límite del dolor lo marcas tú. Claro, que luego estamos los masocas a los que nos gusta conservar los no muertos en el armario. Celébrale un funeral o cada vez que vayas a cambiar de pantalón estarás brindándole ese homenaje. Es lo malo de los no muertos, los gusanos nunca se le acaban.

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